Carlos III hace un elogio de la democracia y de la brevedad en el arranque de sus actos oficiales en Australia

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Carlos III hizo un elogio de la democracia y de la brevedad en el arranque de su visita, este domingo, a Australia, forzado a suspender temporalmente el tratamiento contra el cáncer del que fue diagnosticado a comienzos de este año y a aligerar al máximo sus actos oficiales en el país oceánico para que no se resienta su salud. A su paso por el Parlamento de Nueva Gales del Sur, el rey hizo el simbólico regalo de un reloj de arena a los políticos locales y se aplicó el cuento con un discurso a la medida…

«Con las arenas del tiempo apremiándonos para ser breves, sólo me queda decir que siento una gran alegría al visitar Australia por primera vez desde que soy soberano y que aspiro a renovar el amor por este país y por su gente que he albergado durante tanto tiempo».

El rey, de 75 años, puso al día su propio discurso de hace medio siglo, en una de las primeras de sus 16 visitas a Australia como príncipe de Gales, y recalcó la necesidad de «una evolución de los sistemas democráticos» para adaptarse a los tiempos. «Cuando está apuntalada por la sabiduría y la buena fe, la democracia tiene una gran capacidad para la innovación, el compromiso y la estabilidad», dijo.

Más breve aún que su discurso fue el almuerzo oficial. Conocido por su frugalidad en la mesa, Carlos probó a penas el primer plato (espárragos a la parrilla) y se marchó a los 10 minutos en compañía de Camila, antes de que sirvieran el pulpo marinado y el confit de pato. Sin necesidad de justificarse ante los comensales, el rey se ausentó siguiendo la receta de los médicos para los seis días de su gira australiana: encuentros breves, ninguna cena de gala y ningún acto oficial a la caída de la tarde.

Carlos y Camila se tomaron de hecho un día de descanso al llegar al país para superar el jet lag y reponer fuerzas. Su ausencia fue cubierta durante horas por la imagen gigante de la pareja real reflejada en plena noche en las conchas de la Ópera de Sidney, a modo de radiante bienvenida y como contrapunto al alboroto creado por el Movimiento Republicano de Australia, que reclama un nuevo referéndum sobre la Monarquía después del celebrado en 1999 (Australia es uno de los 15 reinos de la Mancomumidad que aún reconocen al rey británico como su propio jefe de Estado).

La visita arrancó oficialmente el domingo por la mañana con la asistencia a la misa oficiada por el arzobispo de Sidney, Kanishka Raffel, en la iglesia anglicana de Santo Tomás. Los reyes se saltaron el protocolo a la entrada y pasaron varios minutos estrechando manos e intercambiando risas con los numerosos admiradores congregados en las inmediaciones del templo.

La Liga Monárquica Australiana contribuyó a su manera a las muestras de lealtad con el reparto de cientos de banderas de los dos países, El God save the king se impuso al final por goleada al Not my king!, gritado por apenas una veintena de manifestantes republicanos ante la iglesia.

Entre ellos, Wayne Wharton, aborigen australiano residente en Brisbane, que explicó a la BBC su postura ante la visita del monarca británico y su consorte: «Yo no reconozco la ocupación ilegal de este país y me sumo a las voces que claman por la descolonización. Acuso al rey de crímenes contra las naciones soberanas de este país».

Un auténtico desplante republicano le espera al rey este lunes en la recepción oficial programada en Canberra. Y es que al menos seis dirigentes regionales -de Nueva Gales del Sur, Victoria, Queenslad, Tasmania, Australia Occidental y Australia del Sur- han declinado por diferentes razones su asistencia. Se han merecido por ello el calificativo de woke por parte de los tabloides británicos.

El primer ministro australiano, Anthony Albanese, laborista y republicano, recibió sin embargo personalmente a Carlos y Camila en la residencia de Admiralty House, donde se albergarán durante su estancia en el país. «Sus majestades tienen un profundo respeto por Australia y esta visita será una gran ocasión para mostrarles lo mejor de esta moderna y dinámica nación», escribió Albanese en su cuenta de la red X.

Carlos III ha querido marcar también su visita con un recordatorio de su propia enfermedad. Uno de los encuentros más señalados será el que mantendrá con Georgina Long y Richard Scolyer, pioneros en las investigaciones sobre el melanoma, el tipo de cáncer más común en Australia.

Moha.es