El Atlético vence al Leganés y al silencio con un callado Sorloth

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«Oye, hijo mío, el silencio. Es un silencio ondulado, un silencio, donde resbalan valles y ecos y que inclinan las frentes hacia el suelo». Federico García Lorca no estuvo en el Metropolitano, un estadio ruidoso, bullicioso, tormentoso, casi. Pero ante el Leganés faltaba el epicentro de la tormenta. Ese que inicia el terremoto, que arrastra a los valles y que provoca los ecos. Así que su poema se deslizaba por entre las butacas del fondo sur, vacío, callado… sancionado. El Atlético se sobrepuso al silencio y al tanto inicial del Leganés para vencer de milagro y tras un aluvión de ocasiones. [Narración y estadísticas, 3-1]

La tormenta la quiso poner el Atlético en el campo, con un inicio arrollador, presionante y con filo. Aupados a un 4-4-2, ofensivo y con mucha presencia en las bandas. Falta remate y eso que Sorloth tuvo uno en boca de gol. El amago previo de Griezmann le despistó, pero necesita más sangre el frío noruego si quiere que Simeone, un entrenador pasional, recurra a sus servicios más a menudo en el once.

Borja Jiménez salió a aguantar, con un once bastante trabajador y de batalla. Poca creación y mucho juego directo. Le contaba el entrenador a este periódico que hay cosas del año pasado que no valen este y que los futbolistas deben de cambiar de roles. Poco toque y mucha precipitación, una cosa es cambiar la EA Sports por la Hypermotion y otra reventar los GPS corriendo detrás del balón. Pero como el fútbol ni conoce de merecimientos ni de intenciones. Solo necesitó el Leganés un resquicio para perforar la portería de Oblak. Una descarga fallida de Riquelme en el borde de su área, la recuperó el Leganés y el balón llegó a los pies de Raba, que esta vez sí pudo hacer daño con un pase filtrado para Neyou. El camerunés no se lo pensó y disparó a la escuadra más cercana de Oblak. En algunas circunstancias podría considerarse fallo del portero el no proteger su palo, pero la violencia del chut sirvió de atenuante para el esloveno.

El gol dio alas al Leganés y adormeció momentáneamente al Atlético. Tanto que la grada tuvo que reclamar a los suyos un contraataque tras una recuperación con el equipo blanquiazul descolocado. Tuvo el conjunto de Jiménez alguna transición peligrosa antes de que se despertara el Atlético que quiso, y no pudo, igualar antes del paso de los vestuarios. Ya no sabe qué hacer Simeone para dar con la tecla. Tras el final del medio tiempo hubo pitos a un equipo que no termina de encontrarse. Es un problema de efectividad claro, de contundencia como le gusta decir al Cholo. Hablamos de 5,6 disparos para hacer un gol antes de este encuentro, el FC Barcelona, por ejemplo, sólo necesita cuatro.

Más efectividad

Ni siquiera contará como disparo a puerta el fallo de Correa al inicio de la segunda parte tras una gra dejada de Griezmann. Era más difícil echarla fuera que encontrar un hueco en los 18 metros cuadrados que defiende Dmitrovic. A Simeone le llevaban los demonios. El fondo sur, vacío, no pudo ni lamentar la ocasión. Sacó el técnico a un bloque de argentinos para intentar dar la vuelta al marcador. El equipo actitud tenía, pero las cosas no terminaban de salir. Hasta que Witsel recogió un buen pase de Giuliano en el área, recortó tras el rechace a su primer centro y encontró a Sorloth, que metió su segundo gol con el Atlético de tacón, como si ya llevara 10.

Rugió el Metropolitano como si no tuviera una extremidad cercenada y comenzó el acoso rojiblanco a la portería de Dmitrovic. Casi culmina la remontada el denostado De Paul, pero Tapia se cruzó de manera providencial y después lo intentó Julián sin éxito. El tanto se mascaba. Y lo consiguió el mayor goleador de la historia del Atlético de Madrid, al que el VAR le salvo dos minutos después de una roja. Tras una jugada de fe de Giuliano quien rebañó la bola al destino para ponérsela fuerte y abajo al francés que se adelantó al primer palo ante un vencido Dmitrovic. Sorloth haría el tercero tras otra jugada de fe de Julián. La fe rompía el silencio y con ella vencía el Atlético.

Moha.es