Un dron de Hizbulá impacta cerca de la residencia de Netanyahu mientras Israel continúa atacando Líbano y Gaza

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Como era de esperar la posible desescalada a raíz de la muerte del líder de Hamas y principal responsable del ataque del 7 de octubre del 2023, Yahia Sinwar, se mantiene como deseo en los despachos. Al menos a corto plazo.

Desde el anuncio de su muerte este jueves, el ejército israelí ha seguido realizando ataques aéreos e incursiones terrestres en Líbano y la Franja de Gaza causando decenas de muertos mientras Hizbulá lanzó solo este sábado alrededor de 200 proyectiles, en su mayoría interceptados, provocando la muerte de una persona en una carretera en el norte de Israel. Aunque, una vez más, un dron se llevó toda la atención mediática al impactar en un edificio cerca de la residencia privada del primer ministro Benjamin Netanyahu en Cesárea. La sirena no se activó en esta costera localidad, situada a unos 70 kilómetros de la frontera libanesa, en la que su vecino más famoso no se encontraba en el momento del ataque. En Israel se interpreta como un órdago que se alinea con la proclamación de Hizbulá, horas antes, de «una nueva fase» en el mayor enfrentamiento armado desde la guerra del 2006.

«Un aparato no tripulado fue lanzado contra la casa del primer ministro en Cesárea. El primer ministro y su esposa no estaban allí y no hubo víctimas en el incidente», comunicó la oficina del jefe de Gobierno sobre el dron que logró sortear las defensas en contraste con otros dos lanzados al mismo tiempo y que fueron neutralizados. Se trata del mismo modelo de fabricación iraní que hace una semana golpeó una base matando a 4 soldados.

Mientras Netanyahu avisó que nada disuadirá a su país ante Hamas y Hizbulá en un vídeo poco frecuente en Shabat, en su entorno destacan que «el intento de asesinarle fracasó». El hecho que se enfatice que fue un intento de acabar con el primer ministro israelí tiene relación no solo con la milicia chií sino también con Irán que lleva 19 días en tensión a la espera de la represalia anunciada por Israel tras su ataque de misiles.

El ataque en Cesárea también tiene carga simbólica casi un mes después que el ejército israelí matara al líder de Hizbulá, Hasan Nasrala, en Beirut, a finales de septiembre. Desde entonces y con su cúpula descabezada, el grupo proiraní intenta reorganizarse a base de proyectiles, drones y misiles contra territorio israelí y emboscadas contra la operación terrestre en el sur del Líbano.

Hizbulá avisó que se preparaba para «una transición a una nueva fase de escalada en la confrontación con el enemigo israelí, que se verá reflejada en el desarrollo de eventos de los próximos días». Lo anunció el mismo día en el que el jefe del ejército israelí, Herzi Halevi, prometía «golpear a Hizbulá con toda la fuerza posible». «Les hemos quitado la línea de mando más alto y vosotros aquí la línea de mando local. Nosotros creemos que alrededor de 1.500 operativos de Hizbula han muerto, supongo que hay más», dijo Halevi durante una visita a sus tropas en el sur del Líbano. Según las autoridades libanesas, más de 2.400 personas han muerto por ataques israelíes desde que hace más de un año Hizbulá iniciara la escalada como apoyo a Hamas y Gaza. Lo que Nasralá diseñó como enfrentamiento controlado para desgastar a Israel (que evacuó a decenas de miles de habitantes del norte) a la espera de la tregua en Gaza se convirtió, por iniciativa israelí, en una guerra que ha acabado también con su vida.

Halevi también envió un mensaje al gran enemigo a casi 2000 kilómetros: «Irán no entiende lo que le está pasando a Hizbulá aquí. Es su brazo principal». En este sentido, la muerte del líder de otro importante actor en el eje de Irán, Sinwar, no ha variado los planes de Israel de responder al ataque de misiles balísticos iraníes.

Teherán admite que su muerte es una «pérdida dolorosa» en el eje antiisraelí pero avisa, en palabras de su máximo líder, el Ayatolá Ali Jamenei: «El frente de resistencia no se detendrá en lo más mínimo con el martirio de Sinwar. Si Dios quiere, Hamás está vivo y seguirá vivo».

La muerte de Sinwar por fuego israelí en la zona de Rafah, también lamentada por Turquía y la OLP, sigue siendo vista por EE.UU y altos funcionarios de seguridad israelíes como una oportunidad de oro para reactivar la negociación de una tregua en Gaza que permita la liberación de los 101 rehenes aun en cautiverio. De ellos, 97 fueron secuestrados en el ataque planeado por Sinwar. En una manifestación en Tel Aviv, muchas de sus familias exigieron a Netanyahu un acuerdo de tregua tras acabar con el enemigo número 1 del país.

De momento, mientras sigue siendo objeto de proyectiles y drones, Israel intensifica sus ataques aéreos que este sábado volvieron a golpear Dahiya, el que hace un mes era un feudo intocable de Hizbulá, en el sur de Beirut. Por otro lado, al menos 33 personas murieron y 85 resultaron heridas en una serie de ataques el pasado viernes en el campo de refugiados de Jabalia, según fuentes gazatíes. Esta zona, situada en el norte de la Franja de Gaza, es objeto desde hace dos semanas de una nueva incursión terrestre israelí acompañada de nuevos desplazamientos de habitantes al sur del enclave palestino.

Moha.es